CONSULTA OTROS TEMAS QUE CONFIRMAN LAS PROFECIAS

miércoles, 6 de enero de 2010

El Credo Del Cristiano

Capítulo 6

EL CREDO

TESTIGOS PRESENCIALES DE LA GLORIA DE CRISTO

2ª Pedro 1: 16-21
Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Mucha gente pierde a sus seres amado, ya sean hijos, padres, esposos, parientes o amigos y nosotros ignoramos lo que nos depara el futuro para el resto de nuestras vidas. Hay que ser fuertes para poder resistir una perdida tan grande e irremplazable, así que siempre tenemos que orar para que el Señor nos de fuerzas y, que, al hacerse su voluntad, sea lo menos doloroso, tanto para nuestros seres queridos como para nosotros.

Nuestro estado natural es nacer, crecer, reproducirnos y morir pero nunca nos hacemos a la idea de que tengamos un final inesperado; nadie puede decir a qué hora morirá aunque ya estuviera condenado a muerte por algún motivo. Si una persona no ha entregado su vida a Cristo, puede tener una muerte repentina y no tendría tiempo de poner sea cuentas con Dios, pero los que buscamos de Dios, tenemos puesta nuestra esperanza en la salvación que Cristo nos da y en Dios, así que no tememos a la muerte y, en ocasiones, la anhelamos porque sabemos que en Cristo está nuestra esperanza de vida eterna.

Los recién nacidos y los pequeños son de Dios, no importa su estado ni si son bautizados o no. Ellos no necesitan esta esperanza porque Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los Cielos” (Mateo 19: 14) y también dijo que el que no fuera inocente como uno de estos pequeñitos, no entrará en reino de los Cielos (Mt 18: 3). Recordemos que el pecado del hombre fue comer del fruto del conocimiento del bien y del mal, así que, mientras los pequeños sean inocentes, no tendrá problemas con los pecados; yo creo que el pecado apenas comienza con la pubertad, pero, como todo, eso solo es una suposición, ya que no se sabe a qué edad empieza realmente el hombre a conocer el pecado.

El bautizo de Juan era para remisión o redención de los pecados con los que nacimos; como tenemos una naturaleza pecaminosa, pecamos deliberadamente; padecemos del pecado original (cuando Adán come del árbol del conocimiento del bien y del mal) ya que heredamos esa tendencia a hacer lo malo, pero sólo es pecado cuando lo hacemos conscientemente, por eso no importa si los niños son bautizados, ellos no tienen convicción de pecado porque no conocen la diferencia entre el bien y el mal. El bautizo es para lavarnos de nuestros pecados, y sirve para representar la muerte del viejo hombre y la resurrección del nuevo hombre. Cristo vino a morir por nosotros y a limpiarnos con su sangre por el amor tan grande que Dios tiene para nosotros.

Mateo 18: 13
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

Mateo 19: 13-14
Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.

Marcos 9: 36-37
Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.

Algunos ven sufrir a un ser querido y piden que se apresure su muerte, otros reniegan por su muerte prematura, etc. Como mencioné antes tenemos que orar; nuestra obligación es orar y agradecer a Dios, esto hará que el propósito de Dios se cumpla lo antes posible y con el mínimo de sufrimiento de nuestros seres queridos; esto no quiere decir que no debamos orar paraqué sanen o por un milagro. La diferencia al enfrentar la muerte de nuestros seres amados la hace nuestra fe y nuestra relación con Dios, ya que dependemos de Su voluntad.

Filipenses 4: 6-7
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

¿QUÉ ES EL CREDO?

Gran parte de los jóvenes cristianos y algunos adultos, desconocen esta palabra y, por lo mismo, desconocen el trasfondo del credo; el credo es la base de nuestra fe, es lo que creemos como cristianos, y si usted no cree, no importa, porque lo que a continuación relato es una realidad para los cristianos, aun cuando no conozcan mucho de la Palabra. La fe es un regalo de Dios y usted puede terminar por aceptar esa misma fe al terminar de leer este capítulo.

¿QUE DICE EL CREDO?

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de una virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia universal, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, y la vida eterna. Amén.

EL CREDO DE UN AMIGO MUERTO

Mi amigo era, para la mayoría de los que lo conocieron, un gran amigo y una persona con mucha tolerancia. Para mí era un hermano en Cristo, comprometido en todos los sentidos. Por lo general, nos referíamos a él como “Mor” (amor); yo lo apreciaba y por eso realicé una carta basada en este tema de la que vamos a ver varios puntos, para dar testimonio del credo que mantiene nuestra esperanza y para que su familia tuviera el consuelo de esa esperanza que vive en el cristiano. Y ese credo es de lo que trata este capítulo.

El mayor de los anhelos de los cristianos es estar en la presencia de Dios, todo pasa a segundo término en la muerte (los que duermen).

Filipenses 1: 21
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morirá es ganancia.

Romanos 14: 8
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.

En Cristo tenemos la salvación y restauración de nuestras vidas, de nuestras finanzas, nuestra salud o problemas de todo tipo, pero sobre todo nuestra esperanza está en la resurrección y vida eterna que nos espera.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

1ª Corintios 15
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 

Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído. Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 

Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. 

De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero.

Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo. Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. 

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad. Firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

JESÚS VIVIÓ CON SUS DISCÍPULOS POR 40 DÍAS, ENSEÑÁNDOLES, DESPUÉS DE SER CRUCIFICADO.

Hechos 1: 3-5
A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Muchas personas no saben ni siquiera quien es Jesús realmente y no conocen el plan de salvación de Dios para sus hijos.





La historia del pueblo judío habla de los años de cautiverio que vivieron en Egipto, de su posterior liberación, de la creación de los cristianos y su persecución y martirio en el circo Romano. En los 4 Evangelios sólo se relatan algunos pasajes donde Jesucristo envía a sus discípulos a predicar a toda criatura, pero lo que les haya dicho a detalle con respecto a alguna otra cosa, nadie lo comenta. Todo está escrito en papiros y en los rollos encontrados en el Mar Muerto, que eran algunas copias de los manuscritos originales qué hablaban, en algunas partes, sobre las plagas y las profecías, Cristo es actualmente reconocido por el pueblo judío como un profeta, y lo llaman “La Rosa Blanca de Sarón”.


CÓMO SE MANIFESTÓ DIOS AL PUEBLO JUDÍO POR 40 AÑOS

Tenemos fe en un Dios vivo que se manifestó en diferentes ocasiones, pero su poder fue más evidente cuando eliminó a los egipcios para liberar al pueblo judío. Las plagas que azotaron a Egipto, sólo las sufrieron los egipcios; los judíos que vivían a un lado de los egipcios, no padecieron por esas plagas; aun cuando Dios mató a todos los primogénitos de los egipcios, incluyendo al hijo del Faraón, de los primogénitos de los judíos no murió ninguno.

El poder de Dios también se manifestó desde el primer momento que salieron de Egipto. Los guió con un remolino de fuego y, cuando fueron perseguidos por los egipcios y acorralados en el Mar Rojo, el remolino los rodeó y se interpuso entre ellos y los egipcios hasta que terminaron de cruzar el mar. Durante los 40 años que anduvieron en el desierto Dios los alimentó con maná (pan), con carne y agua todos los días; el maná caía del cielo y sólo podían recoger diariamente la porción que necesitaban para un día, y que no podían guardar para el día siguiente porque se echaba a perder; pero para el día de reposo sí podían recoger, un día antes, la porción de dos días, para no tener que recoger el maná en el día de reposo. Con esto se confirmaba que Dios les sustentaba. El agua la sacaron, en ocasiones, de las piedras, bueno más bien Dios se las daba aún de la Peña (roca).

Donde se ponía el remolino ellos instalaban el del Tabernáculo y cada que la columna de nube y fuego (el remolino) se movía, el pueblo lo seguía hasta que el remolino se detenía, ya que ahí estaba la presencia de Dios. Así, durante 40 años, Dios sostuvo a unos seiscientos mil hombres que salieron de Egipto, sin contar mujeres y niños (Génesis 12: 37), hasta que entraron a la tierra prometida. Al principio de esos cuarenta años Dios les da los 10 mandamientos para que se rijan con las tablas de la ley (Éxodo 20: 1-17).

Por la naturaleza pecaminosa del hombre, Dios estipuló que, para obtener el perdón de pecados, tenían que hacer sacrificios de animales, para que los pecados fueran limpiados con la sangre de esos animales, solo así habría perdón de pecados.

Anexo unas referencias para que puedan ver como estaba construido el Tabernáculo el cual se dividía en varias partes. Una de esas partes era el Lugar Santísimo, en donde ponían el Arca del Pacto, que era en dónde se manifestaba Dios. En ese lugar solo podía entrar el sacerdote una vez al año para la expiación de los pecados del pueblo; tenía que estar limpio de pecado y vestirse con un traje que tenía unas campanitas, y se amarraba una cuerda en la cintura; cuando caminaba se oían las campanitas, si se dejaban de oír era porque el sacerdote había muerto; entonces retiraban el cuerpo jalando de la cuerda, porque si alguien trataba de entrar a ese lugar donde estaba la presencia de Dios, moría. El Lugar Santísimo estaba separado del Lugar Santo por unas cortinas, y fueron las que se rasgaron cuando murió Jesucristo.

Ver: Israel En Los Tiempos De Jesús (youtube).


Hebreos 10
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. 

Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 

Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos, Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 

El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. 

Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.

Muchas personas no saben ni siquiera quien es Jesús realmente y no conocen el plan de salvación de Dios para sus hijos.

UN DIOS TRINO

1ª Juan 5: 7
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo (el hijo) y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

Juan 3: 16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Una vez aceptado el sacrificio de Cristo por medio de una oración (de arrepentimiento de nuestros pecados), la persona busca estar a la altura de la estatura del varón perfecto (Jesús), y para esto tenemos la ayuda del Espíritu Santo. Tenemos que orar y leer de continuo la Biblia para acrecentar la fe y fortalecer al Espíritu Santo que viene a morar en nosotros. Es importante que después de pedir perdón y recibir el sacrificio de Cristo, oremos para que el Señor envié a su Espíritu a guiarnos y a morar en nosotros.

DIOS NOS PIDE QUE SEAMOS SANTOS

Éxodo 28: 36-38a
Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. Y la pondrás con un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. Y estará sobre la frente de Aarón.

Isaías 35: 8
Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.

El pone sus leyes en nuestros corazones para que le sirvamos de una manera eficiente, aun cuando desconocemos de su palabra.

Hebreos 10: 16-17
Este es el pacto que haré con ellos. Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, Añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

Hebreos 8: 10, Jeremías 31: 33
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo;

Las profecías que hablan de la resurrección de los muertos dicen que los que duermen (los muertos) estarán de forma inmediata en el cielo en espíritu y alma. Cuando el Señor Jesucristo venga resucitarán los muertos primero, luego nosotros, los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados y transformados  juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor Jesucristo en el aire y, así, estaremos siempre con el Señor.

De estos resucitados Cristo es el primero como lo vimos en otros capítulos, y le sigue la resurrección de todos los vivos y los muertos. (1ª Corintios 15).

Somos coherederos con Cristo, somos hijos de Dios por el sacrificio de Cristo al morir por nosotros.

Gálatas 4: 6-7
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Haba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo

La resurrección de los muertos está mencionada en varios versículos de la Biblia donde profetizan la transformación de los cuerpos.

Filipenses 3: 21
El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.

Romanos 6: 5
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;


LA MULTITUD VESTIDA DE ROPAS BLANCAS

Apocalipsis 7: 9-17
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos

LA NUEVA JERUSALÉN
¿Dónde Viviremos Y Qué Haremos?

Apocalipsis 21: 9-27
Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 

El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. 

El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisolito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 

Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.


EL JUICIO

Apocalipsis 14: 6-7
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

EL DÍA DEL SEÑOR VENDRÁ

2ª Pedro 3: 7-14
Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Más, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.

Falta comentar sobre las profecías que vienen y que ya están enmarcando las señales de los últimos tiempos. Cuando las naciones vean que las profecías se cumplen se lamentarán por no haber creído.

LA FE ES UN DON DE DIOS

Hebreos 11: 1
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Efesios 2: 8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Esta es nuestra esperanza que resucitemos como Jesús nos lo promete.

La gente se engaña con teorías simples diciendo que el cielo o el infierno están aquí, en la tierra, y también dicen que todos los dioses son uno mismo; la Biblia dice que son gentes que se justifican de esa manera para hacer las cosas a su conveniencia. Existe un cielo, y un infierno preparado para los que no acepten el sacrificio de Cristo, esto es un hecho; hay gente que cree en fantasmas o cosas paranormales, pero no cree en Dios ni en Cristo, aun cuando la vida de Jesús fue un ejemplo que ha perdurado en la historia. Él mismo echó fuera demonios y los demonios le reconocen como El Hijo de Dios.

Lucas 16: 19-31
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 

Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levantare de los muertos.


Este es nuestro credo: que Dios es el único Dios verdadero y no hay otra deidad fuera de Él, que está formado por un Dios trino (por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) y que entrego a Jesús para perdón de nuestros pecados. Que Cristo nació de una virgen, murió, bajó al infierno por nuestros pecados y por los santos que estaban en el seno de Abraham, y resucitó al tercer día, que Cristo es primicia de los que resucitaremos para estar en la gloria de Dios por toda la eternidad.

Dios te ama no lo olvides, no por que seas bueno o malo, porque aun cuando tus pecados sean rojos como la grana, Dios te está esperando, sólo acepta el sacrificio que hizo Jesús por ti, entrégale tu vida y arrepiéntete de tus pecados.

Creemos en el único Dios verdadero y en Jesús vivo, intercediendo por nosotros en todo momento. Y así como Jesús resucito, los que le amamos seremos resucitados.

Mi amigo tenia este credo; en muchas ocasiones platicamos de la fe y la resurrección y yo tengo la  seguridad  que él está en este momento, durmiendo y en espera de la transformación de su cuerpo para estar eternamente en presencia de Dios.

Romanos 8
Viviendo en el Espíritu de Dios.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 

Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.; Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. 

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


Amén.